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domingo, 27 de marzo de 2011

RAICES EN EL AIRE

RAICES EN EL AIRE



Max Aub decía: Uno es de donde hace el bachillerato. Y no le faltaba razón, aunque lo del bachillerato es una forma es establecer un intervalo de tiempo que va de los 10 a los 16 años.Y esta frase me ha dado pie a reflexiones de carácter personal y sentimental.
Al igual que me ocurrió a mí, salvando las distancias, Max Aub vivió en los más dispares lugares. Nació en París, de padre alemán y madre francesa, pero las circunstancias lo trajeron pronto a España, concretamente a Valencia, de cuya tierra se enamoró. Aquí hizo el bachillerato. Después de un interminable periplo, que acabó en México, como exiliado, volvió a España por primera vez en 1969. Fue en reencuentro agridulce, como suele suceder cuando ponemos el pie, después de muchos años, en un lugar que en tiempos formó parte de nosotros y que ahora lo encontramos irreconocible. De ese recuerdo agridulce dejó testimonio en su agudo e hiriente diario, la metáfora de la gallina ciega.


Mi caso en absoluto tiene que ver con el de Max Aub, su decepción fue sociológica, política e intelectual, en el mío se circunscribe exclusivamente al círculo de los sentimientos y de las emociones, sufriendo permanentemente ese geotropismo que no me abandonará hasta el final de mis días. También fue un periplo de pueblo en pueblo. Un sabor agridulde al poner los pies en ese pueblo, en el que encontré espacios distintos a los que dejé, en el que adiviné las irregularidades de tierra y piedras bajo las hoy asfaltadas calles, remodelados edificios, gentes diferentes, nuevos accesos, sólo la casa donde viví parece haber sobrevivido, en su exterior, al paso del tiempo;la tapia que saltaba pasadas las doce de la noche, el patio ajardinado convertido en parking de motos y coches oficiales, la terraza en la que me sentaba a traducir los textos de francés, el puente sobre el casi siempre seco río Palancia, la iglesia de los Santos Juanes y el campo de fútbol, antes de tierra y piedras y hoy cubierto de césped artificial.
Algunas especies vegetales, como el ficus, pueden emitir raíces desde las ramas y algunas orquídeas producen raíces aéreas, pero no por eso dejan de sufrir o estar sometidas a la fuerza de los tropismos, que al igual que en las plantas están presentes en nuestras vidas de manera continua e intensidad variable. Mis raíces nunca tocaron tierra, quedaron en el aire y en el aire siguen buscando con esa fuerza de la Naturaleza el lugar donde nunca pudieron afincarse.

2 comentarios:

  1. Dicen que uno es ciudadano del mundo, y sobre todo de donde esté su pan. Pero es muy cierto que a uno le tiran mucho las raices del lugar donde nacio.

    Saludos.

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  2. Es más cruel ese reencuentro porque no sólo cambian los lugares... sino que nuestros ojos lo miran tras el tiempo y una nueva orientación. Cambia todo...
    Un abrazo.

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