El ciclo se repite de forma ininterrumpida. Sean cuales fueren las circunstancias, personales o sociales, económicas o internacionales, el ciclo vital se reproduce como un bucle que a nosotros se nos antoja infinito. Infinito, naturalmente dentro de nuestros confines como seres vivos, que tienen un ciclo limitado.
Volvemos a comenzar un nuevo verano que con ser nuevo no tiene nada de novedad, salvo en nosotros mismos. Revivimos desde la distancia una parte de este ciclo, desde una distancia cada vez más lejana, con una perspectiva más amplia. Nuestra vista, paradógicamente, cada vez más cansada, se va convirtiendo en un gran angular; lo que en un principio era una distancia focal muy limitada se ha convertido, con el paso de los años, en una potente lente que compensa la aparición de la presvicia, de las cataratas, miopía y otras patologías de la vista, propias de la edad. Y aquí estamos, disfrutando de nuevo de esa eclosión de vida, de ese cénit de la naturaleza, que en su constante devenir nos depara cada año con la maravilla del solsticio de verano.
Pues si Enrique , ya enemos aquí el soltivcio de verano y es reiterativo,
ResponderEliminaraprovechemos esta circustancias y disfrutémolo en la medida de lo posible.
Un abrazo.