El ser humano tiene un componente emocional importante, y lógicamente variará de unas personas a otras en función de su genética. En cualquier caso, las emociones y los sentimientos siempre estarán presentes, en mayor o menor medida, en toda persona.
En el día de hoy analizaré los sentimientos que desatan los nuevos medios de comunicación social, las redes sociales, correo electrónico, blogs... Sería curioso analizar qué sentiría una persona si pasando los días, no recibe ningún correo, ninguna comunicación en la red a la que es asiduo, ningún comentario a las últimas entradas de su blog, si entra en el chat que suele frecuentar y nadie le saluda ni le presta atención.
Sería interesante realizar un estudio sociológico a esa situación, una encuesta bien elaborada sobre el tema nos descubriría cosas muy interesantes. ¿Hasta qué punto somos dependientes de estas herramientas que las no tan nuevas tecnologías han puesto a nuestro alcance? Y la respuesta está en la misma esencia del ser humano, un ser social por naturaleza. Somos en función de los demás, nuestra vida sólo puede ser concebida o interpretada en clave social. Cabe preguntarse si hay facetas del ser humano que no tengan ese componente. Cualquier artista, escritor, arquitecto... ¿es capaz de crear por la simple satisfacción de la obra creada? ¿ O necesita que esa obra sea contemplada, admirada, compartida por otros seres humanos?
En el caso que nos ocupa, este planteamiento cobra todo su sentido . Si no hay nadie al otro lado del router poco o ningún sentido tienen estas herramientas. En resumen, aparece la frustración, el sentimiento de abandono, de soledad, de emociones, en definitiva, que son contrarias a la esencia de todo ser humano, que necesita la sentir la proximidad de sus semejantes, su calor, su presencia, en definitiva,su compañía.
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