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miércoles, 26 de octubre de 2011

SONETO FORZADO


SONETO FORZADO

Sin escribir ya llevo cierto tiempo.
La inspiración me abandonó a mi suerte,
la armonía hace días que está ausente
de mi vida, mi espíritu y mi cuerpo.

Olvidé las palabras en concierto,
volaron y son libres ciertamente,
se esfumaron y vuelan libremente,
dejándome olvidado en mi lamento.

Las ideas tampoco son mi fuerte,
parado se ha quedado el movimiento
y congelada el agua de la fuente.

Mi mente se ha quedado sin aliento,
de todo contenido ya carente,
esperando el momento del encuentro.


Valencia, 26 de octubre de 2011

domingo, 9 de octubre de 2011

MEDUSAS EN LA PLAYA

MEDUSAS EN LA PLAYA


Mañana del otoño soleada.
El agua transparente,
el mar en calma.
El horizonte al frente,
se dibuja infinito en lontananza.
Un horizonte dibujado en grana
entre, un cielo azul,
y un mar en calma.
La tibia arena en la tranquila playa,
y unas tímidas olas que adormecen
los sentidos. Se reconforta el alma.
La arena se dibuja bajo el agua.
Y una medusa inerte se estremece
entre onduladas crestas plateadas.

Valencia, 8 de octubre de 2011

© Enrique Gabaldón Celada

viernes, 7 de octubre de 2011

UNA LIRA

Difícil tesitura
escribir un lira en un momento.
Y por si hubiese duda,
olvido mi lamento
y acabo de escribirla en este intento.

jueves, 6 de octubre de 2011

OTOÑO

OTOÑO

Ya está aquí el Otoño.
Cuando las tardes, tristes languidecen,
sin brillo enmudecen,
y el aire se llena de finos cristales,
y el cuerpo respira
aromas que portan vientos otoñales.
Cuando el sol comienza,
su largo camino, su peregrinaje,
y en suave cadencia,
inicia su ruta por tierras australes.
Se llena de esencias,
un aire cargado de aromas frutales.
Y en mañanas frescas,
el sol acaricia con rayos suaves
la atmósfera tibia,
que envuelta en la bruma intenta abrazarte.

Valencia, 6 de octubre de 2011

© Enrique Gabaldón Celada

sábado, 1 de octubre de 2011

EL FINAL DEL DÍA. AVILA, ENTRADA AL PARADOR.




EL FINAL DEL DÍA

Tengo sueño.
Mi frágil cerebro me pide descanso.
Se nubla mi mente,
mis párpados ceden al plomo pesado.
Y en un vano intento
de mantener abiertos los ojos cerrados,
se empaña mi vista,
y una bruma envuelve, de sueños buscados,
la larga vigilia
en que han terminado mis sueños dorados.



Dos de octubre de dos mil once