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sábado, 19 de marzo de 2011

LA COMUNICACIÓN EN LOS ÚLTIMOS SESENTA AÑOS

LA COMUNICACIÓN EN LOS ÚLTIMOS SESENTA AÑOS

Eran los tiempos de la lumbre, el candil y una incipiente luz eléctrica. La sociedad , mayoritariamente rural se acomodaba alrededor del fuego, junto a la chimenea, sentados en bajas sillas de anea para practicar el ritual de las largas veladas de invierno: la conversación como forma de relación social. Eran momentos al calor del fuego y al calor del alma. Ese instante después de la cena, en el que la familia, a la que se solían agregar algunos convecinos, se reunía y conversaba animadamente sobre lo acontecido durante el día, la situación del campo, asuntos y chismorreos propios de los pueblos o sobre chascarrillos o recuerdos que las personas de más edad sacaban a relucir, tarde o temprano, inevitablemente, como el recurso final que el hombre tiene para reafirmar su existencia.

Pasaron los años. Las sillas de anea fueron sustituidas por sofás de eskay ,las chimeneas fueron desapareciendo y, la TV irrumpió con fuerza en los hogares dando paso al nuevo fenómeno social que, durante casi tres décadas, se adueñó de esas veladas y anuló, con su luminiscente pantalla catódica, cualquier atisbo de conversación. Después de la cena, la familia ya no se sentaba junto al fuego, sino frente a la TV, que se convirtió en el centro de las reuniones familiares. Este nuevo medio enmudeció a las personas, la familia había dejado de comunicarse.

Ha pasado el tiempo y la TV ha dejado de ser el fenómeno alrededor del cual se aglutinaba la familia. Hoy ha aparecido un nuevo fenómeno social que ha desbancado a la pequeña pantalla, que intenta sobrevivir emitiendo , mayoritariamente, programas basura. Las nuevas tecnologías han alcanzado su mayoría de edad y los chats, blogs y sobre todo las redes sociales han irrumpido con fuerza en el mundo actual. Las personas del siglo XXI se han encontrado con una forma ágil, rápida y cómoda de comunicarse. Ya no es necesario el contacto físico, el sentir la mirada, los gestos , los silencios elocuentes, las expresiones acaloradas de nuestros contertulios. La distancia ha dejado de ser un handicap. Ha nacido una nueva forma de relacionarse totalmente falta de calor humano y en la que el individuo, esta es la paradoja, necesita aislarse para comunicarse con los demás.

En sesenta años hemos pasado de conversar alrededor del fuego, a una falta de comunicación familiar frente a la TV y, sin solución de continuidad, a una comunicación hecha a golpe de bytes, que son las redes sociales. La primera, la más auténtica, la más humana. La segunda supuso el fin de la comunicación entre la familia y la tercera es una forma de relación artificial, pero fascinante y efectiva al mismo tiempo. Estemos atentos al futuro.

2 comentarios:

  1. Un muy buen relato de los últimos 50 años , yo recuerdo en casa de mis abuelos la maravillosa luz de un candil.
    ¡y créeme (se que me crees)y no era ni menos humano , ni menos feliz!
    Precioso recorrido por nuestra historia.
    Un abrazo

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  2. El tiempo y "la civilación" deshumaniza las relaciones inmersas ahora en nuevas y modernas formas de comunicación que hacen milagros en cuanto a la diminución del camino y del tiempo, pero te puedo asegurar que todavía hay lugares donde la cena es el preludio a conversaciones interminables alrededor de la chimenea y a pie de amanecer.
    Magnífico texto, Enrique.
    Un abrazo.

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